Bienaventuranzas de los Sordos
Bienaventurados aquellos que saben que leer en los labios es difícil y lento.
Bienaventurados aquellos que me escriben notas para ayudarme a entender.
Bienaventurados los que desean aprender nuestra lengua, por sentirse, igual que el Maestro, enviados a evangelizar a los más pobres.
Bienaventurados aquellos que comprenden que para compartir no basta con dar “migajas” a los más pobres.
Bienaventurados aquellos que se dan cuenta cuando estoy perdido en un grupo de oyentes.
Bienaventurados aquellos que donan una sonrisa y hacen que mi vida sea más cálida y valiosa.
Bienaventurados aquellos que viven su fe de cara a los demás, pues así tomarán conciencia de mi presencia y no caminaré solo.
Bienaventurados los que me escuchan, pues yo, aunque no oiga, también tengo algo que decir.
Bienaventurados los que me respetan y aman como soy, y no como ellos quisieran que fuese, pues así me ama Dios.
Bienaventurados los que me ayudan en mi peregrinar hacia la casa del Padre Celestial.
Agustín Yanes Valerrer
(Sacerdote sordo-España)
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